A este libro variado en su conjunto, han ido llegando sus poemas como queridas hojas de otoño, que fueron haciendo su honor por la senda callada de poemarios corporativos. Desde ella, sin queja o con dolor, el consuelo de la memoria, hecha gratitud, se consolida en lo que fue el corazón de todos; aireando el perfume de sus fluviales y rosáceas amapolas.
Nada en ello su color sustituye la interrogación de su variedad, pese a los inconexos registros que lo integran, ya que fueron ejecutados en momentos de distintas conjeturas. A sus poemas, unos más que en otros, el hombre aflora con su presencia y fondo reclamado. Y es unánime en cuanto a los ejemplos alusivos de participación o inclusión definitiva del lector, aunque sin derecho a nada que lo justifique.
Todo coincide en una identidad meditada sobre el decurso de las ideas. Aconteciendo su cordial significado en el lugar común de los copiosos atardeceres. Donde aparece la germinación del oportuno verso inesperado. A veces conmovido, como atributo fundamental del íntimo proceso evocador.
A ellos, estas líneas de agradecimiento, por haber hecho posible su floración. El encuentro en todos los lugares vinculados, hoy, como evocación, me ayuda con el mismo gesto emotivo, a exteriorizar mi mejor manera de reconocer el gratificante acierto de haber existido. Este libro es buena muestra de lo que puede representar en los hombres la pasión inequívoca que ocupa el ancho merecer de la felicidad compartida.
El autor
El autor
Guadalturia Ediciones. Primera edición, Otoño 2015
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