Era sólo la forma o el poema.
Y aquella luna nueva que llega hasta la Alhambra
cortejada de estrellas nupcialmente.
Quizás, dentro, Granada, sin límites
sobre el nivel del mar restituida.
Y en cada plenitud de la blancura,
lo que nunca se dijo de lo hondo de los ojos:
lo que se ve y se aleja quedándose ya dentro,
como un azul que nos mirara
de lo que ya era blanco
porque era lo rojo de Granada.
Limitación de ser lo singular,
lo único que brilla como perla o rubí
dentro del aire, como una precisión
para ser sólo vida en medio de los siglos
o poesía inaccesible
(gota de agua, espacio o cal iluminada),
lo que es antiguo y caro,
mármol y yesería o creación mínima
y estancia de los dioses.
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