BAJAR AL ALAMILLO
Bajar al alamillo con luz o con estrellas
y avistar de un amor su silueta.
Su desnudez rosada del verano
en presencia de las brisas de otoño
o la sombra de ensueño en las adelfas,
y un cortijo sencillo y amoroso de cosecha
con fe de crucifijo y alameda.
Mirando la caricia de duda en el estanque,
se presienten los besos en la orilla
con la voracidad de los incendios.
No sé por cuánto tiempo
se pararon las aguas a mirarme.
Pero sé que me hablaron de algún amor secreto.
En el murmullo seco de las hojas
presagiaba sus pasos y el mimo susurrado,
consolando silencios con el dedo.
Se percibe la voz de los amantes llamándose.
Y en la orilla del río, que llega eterno,
parece que se asoman sus miradas
al lecho improvisado del amor imposible.
(De mi libro: "Con el calor de la mirada")
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