Sé que los libros de Borges, son legión de difíciles
leídas y que invitan a la lectura de otros libros. Y esto es excelente. Gracias
a haberlo leído incansablemente, he llegado a otras obras universales que son delicia
y admiración del pensamiento de grandes creadores de la literatura universal.
Ese acicate esencial y vitalista de llamada a la búsqueda de otros fondos
culturales fue lo que hizo, especialmente, despertar mi interés hacia su
creatividad, haciendo del hobby, una necesidad. Borges, dicho por él mismo
“estuvo toda la vida buscando el verso que lo salvara”. No sé si lo consiguió.
Pero sí que esto es indicio de su infatigable anhelo en su ideal de
perfeccionamiento y concisión de su obra. Que es como decir absoluta convicción
por el esteticismo lírico y sentido ético de la literatura. Y sé que además, es
un escritor fecundo que perseguía llegar a la verdad, a través del pensamiento
justo de quienes consagraron su vida a la creación lírica del pensamiento
humano, consagrándose él en ello.
Jorge Luis Borges, poeta, narrador, ensayista,
prologuista prolífero, crítico literario y excelente conferenciante, doy por
hecho, que fue uno de esos escritores que tuvo por entrega, darse en la vida a
la consagración e investigación de las literaturas ajenas, desempolvando mitos
inconcebibles, descifrándolos, en bien de la humanidad y dejando clarividencia
de lo leído en los libros más recónditos y raros de que pueda tenerse noticia.
Chapó, Borges.
Yo, tras profundizar lo que pude en el rastro de su hacer
literario, y no sólo en su obra, sino en medios de comunicación y prensa,
acerca de tan insigne escritor, compuse este soneto “A Borges”, que vengo a
desinar como ‘melódico’, sin entrar en que pueda ser mejor o peor. Dejando aquí,
lo que sobre él quiero comentar, por el mero hecho de ser la abstracción de
llamarlo así: melódico. Y por ello solo entraré en la parte que compete a este
término, que no es caprichoso porque sí, sino imperativo de técnicas,
prácticamente en desuso. Y he aquí lo que procede y toca.
Es archisabido que el soneto consta de catorce versos en
endecasílabos. Contenidos en cuatro estrofas isométricas de rima consonante;
dos cuartetos y dos tercetos, y hablo del soneto clásico. ¡Esto no es ninguna
novedad! Claro que no. Nada lo es. Ni siquiera el hecho del ‘endecasílabo
melódico’, que fue cultivado y definido por Navarro Tomás, excelente filólogo y
cofundador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Significativo
es, eso sí, que los grandes intelectuales de este país, llamado España, tengan
que desarrollar su esplendor y morir en EE UU. Esto da que pensar, al menos en
mí, sobre la inoperancia respecto al aprovechamiento del tejido intelectual de
nuestra producción interna.
Otra cosa será el gusto y tratamiento rítmico versal,
elegido por el poeta o su capacidad poética creativa, así como su calidad, que
es de lo que no vengo a comentar, dada la intimidad que me une a esta obra; y
porque no es el caso, ateniéndome por ello, estrictamente al por qué, lo
denomino ‘melódico’, como gesto meramente caprichoso en mi soneto “A Borges”. Como
norma general, el endecasílabo debe cumplir, por obligación, para que sea
correcto, como mínimo, que su cómputo silábico sea de once sílabas. Y que la
sexta y la décima lleven carga acentual obligada. Pero existe además el llamado
“endecasílabo melódico”, que afecta esencialmente en el fluir rítmico, que lo
hace más o menos musical en su dicción, así como en su belleza expresiva. Y
éste es el verso utilizado por mí en este soneto y, que lleva tres acentos
obligados, que se dan en la tercera, sexta y décima sílabas, que en mi caso se
cumple en los catorce versos del soneto, y he aquí mi justificación de llamarlo
‘melódico’, sea por simple curiosidad y evocación al poeta argentino. Y cuyas
sílabas acentuadas señalo en negrita y cursiva.
A
BORGES
( Soneto melódico)
Este Borges
de siempre
no declina.
Es conciso.
Se interna
en la lectura
de los libros.
Y en su
magistratura
nos declara
fervor
y disciplina.
Nos inunda
su voz.
Nos encamina
hacia ríos
de tinta
y escritura.
Indagando
su hacer,
su asignatura
nos infunde
valor
en la retina.
Y nos habla
de dioses
y de glosas.
De su fascinación
por lo profundo,
inquietando
por hombres
y por cosas.
Si dichoso
no fue
ser tan fecundo,
sus lecturas
son pétalos
de rosas
que propone sembrar para este mundo.
que propone sembrar para este mundo.
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